Al volante del nuevo Mercedes C 220 d, la berlina alemana con la que el diésel se reivindica

Si hace diez años estuviéramos hablando de una berlina con motor diésel, entraría dentro de lo normal, pero hoy el panorama automovilístico ha cambiado mucho por el auge de los SUV y los vehículos híbridos o eléctricos. No obstante, la antes mencionada combinación sigue teniendo su espacio y su valor , sobre todo porque también se ha abierto a la electrificación

Si hace diez años estuviéramos hablando de una berlina con motor diésel, entraría dentro de lo normal, pero hoy el panorama automovilístico ha cambiado mucho por el auge de los SUV y los vehículos híbridos o eléctricos. No obstante, la antes mencionada combinación sigue teniendo su espacio y su valor, sobre todo porque también se ha abierto a la electrificación.

Además, los diésel de hoy son mucho menos contaminantes que los de hace una década y las berlinas son bastante más cómodas y eficientes que los todocaminos. Pero el público es soberano y el mercado manda, lo que ha dejado a las berlinas en un injusto segundo plano en relación a la estética, capacidad dinámica y confort que aportan.

La sexta generación del Clase C se presentó el año pasado, y en nuestra pequeña toma de contacto comprobamos lo bien que le sienta la “madurez” a esta berlina de tamaño medio. Una madurez que no está en absoluto reñida con el dinamismo, y eso Mercedes lo ha plasmado magistralmente en la imagen del modelo, más juvenil y llamativa que nunca.

Para dar carácter a su producto, la marca de la estrella ofrece de inicio dos acabados y paquetes “temáticos” de equipamiento a elegir, el más tradicional Avantgarde y el deportivo AMG Line, que es el que hemos tenido entre manos.

Con este acabado, el frontal presenta una parrilla “diamantada” gracias a elementos cromados, y son específicos los paragolpes y faldones, más aerodinámicos, como también las llantas de 18 pulgadas (19 de forma opcional, como las de la unidad probada).

Por dentro, claro, también hay detalles deportivos, caso del volante, los asientos, pedales en acero inoxidable o los difusores de aire en color cromo, todo lo cual se combina con materiales de alta calidad tanto a la vista como al tacto.

Pero sin duda lo que más destaca son las interfaces digitales, con una pantalla horizontal de 12,3” pulgadas para el cuadro de mandos y una vertical y táctil, de 11,9 pulgadas para el sistema MBUX de segunda generación, el verdadero centro funcional del coche.

En cuanto al espacio disponible, con casi 4,8 metros de longitud y 2,7 de distancia entre ejes, la amplitud no es un problema en ninguna de las plazas. El maletero, por su parte, tiene unos muy aprovechables 455 litros de capacidad.

Mecánica microhíbrida

En el nuevo Clase C, el motor diésel de cuatro cilindros y dos litros que impulsa al 220 d ofrece unos sensacionales 200 caballos de potencia y está asistido por un sistema de 48 voltios, es decir, que es un coche de hibridación ligera y obtiene la etiqueta Eco de la DGT. Esto hace que esta versión esté exenta del impuesto de matriculación y le provee de descuentos a la hora de aparcar en zonas reguladas, además de no tener limitación de acceso al centro de grandes núcleos urbanos.

El cambio es, como única opción, automático de 9 velocidades, lo que entre otras cosas permite al Clase C rodar en marchas largas para consumir menos, pero eso ya depende del tipo de conducción.

Al volante de este Mercedes impera absolutamente el confort. La posición de conducción es baja y ello da mayor sensación deportividad, algo que no será del agrado de quienes valoran la altura a la que se conduce en un SUV.

Antes de emprender la marcha toca familiarizarse con los recursos digitales. El cuadro de mandos tiene diferentes interfaces y se configura mediante unos mandos táctiles capacitivos en el volante que nos parecen, al menos hasta estar muy habituados, excesivamente sensibles y poco precisos. También desde el volante se puede gestionar el sistema multimedia, pero es más operativo hacerlo de manera táctil, sobre todo porque ofrece muy buena respuesta y la visualización es perfecta por al tamaño de la pantalla. Con el coche en movimiento, la mejor opción es apoyarse en los comandos por voz.

Conducción de altísimo nivel

Como buen Mercedes, la palanca del cambio automático sale de la columna de la dirección y está cerca del volante, pero este también dispone de levas para, si se desea, gestionar manualmente los cambios de marcha.

En parado y a bajas velocidades el sonido que llega al interior es mínimo, dado el gran nivel de aislamiento de este coche, y en carretera es todavía menos perceptible a regímenes bajos e incluso medios.

El motor diésel, con los mencionados 200 caballos de potencia, tiene un empuje fabuloso gracias a sus 440 Nm de par desde apenas 2.000 rpm, y ello se traduce en muy buena aceleración y recuperaciones.

Este Mercedes C 220 d cuenta con cuatro modos de conducción: Eco, Confort, Sport e Individual, y como es habitual en los más deportivos se nota una respuesta mucho más viva del motor y el cambio. Si a ello se une la dirección directa y el ajuste más firme de la amortiguación, además de la suspensión regulable de este modelo, el aplomo del coche es magnífico por mucho que se retuerza la carretera, y todo ello sin dejar de lado el confort propio de una berlina de la marca de la estrella.

Pero si en algo destaca esta variante diésel, y lo hace en gran medida, es en el consumo. Durante nuestra prueba, con más de 750 kilómetros recorridos, el gasto medio fue de 5,8 litros a los 100 km, pero en carretera mantuvimos prolongadamente niveles cercanos a los 5 litros. Con el depósito de 66 litros disponible, ello se traduce en autonomías que pueden ser sensiblemente superiores a los 1.000 kilómetros. En ello también tiene que ver la microhibridación, que con el sistema de 48 voltios permite sacar jugo a la conducción por inercia y además aporta más par y potencia (hasta 20 CV) cuando se necesitan prestaciones.

Precio a la altura

El Mercedes C 220 d, que es la versión más demandada de la gama, tiene un precio base de 47.163 euros. Obviamente, está a la altura del coche y la marca, aunque con un equipamiento que tiene lo necesario y esperado, pero es mejorable. Y aquí es donde entra en juego el poder adquisitivo del comprador, porque la factura puede aumentar exponencialmente con los paquetes disponibles y los elementos opcionales.

El pack AMG Line estándar cuesta 3.146 euros y dota al Clase C de características exteriores e interiores deportivas que son interesantes, pero se puede llegar al nivel AMG Line Premium Plus para, por 6.031 euros más, tener una lista enorme equipamiento como es el caso de la unidad probada, como por ejemplo el techo panorámico practicable, asientos con regulación eléctrica y memoria, navegación con realidad aumentada, climatización de cuatro zonas o Head Up Display, entre otros muchos elementos.

FICHA TÉCNICA

Motor: diésel.

Potencia (kW/CV): 147/200.

Cambio: automático, de 9 velocidades.

Largo (mm): 4.151.

Ancho (mm): 1.820.

Alto (mm): 1.437.

Maletero (litros): 455.

Velocidad máxima (km/h): 245.

De 0 a 100 km/h (seg.): 7,3.

Consumo medio (l/100 km): 5.

Emisiones CO2 (gr/km): 150.

Precio (euros): desde 47.163 euros.

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Alfa Romeo Tonale: el SUV con el que la marca pone rumbo a la electrificación

Alfa Romeo presentó al mundo, allá por 2019, el prototipo Tonale, un modelo que iba a marcar un antes y un después en el devenir de la firma italiana. Pues bien, después de casi tres años, ese momento ha llegado, puesto que Alfa Romeo ha presentado el modelo definitivo y, efectivamente, son muchas las novedades que trae consigo, sobre todo en materia tecnológica y de electrificación. En términos de diseño, el Tonale mantiene casi inalterables las formas del prototipo, todo un ejercicio de estilo a la italiana, con este toque deportivo y elegante que caracteriza a los productos de Alfa Romeo.

Alfa Romeo presentó al mundo, allá por 2019, el prototipo Tonale, un modelo que iba a marcar un antes y un después en el devenir de la firma italiana. Pues bien, después de casi tres años, ese momento ha llegado, puesto que Alfa Romeo ha presentado el modelo definitivo y, efectivamente, son muchas las novedades que trae consigo, sobre todo en materia tecnológica y de electrificación.

En términos de diseño, el Tonale mantiene casi inalterables las formas del prototipo, todo un ejercicio de estilo a la italiana, con este toque deportivo y elegante que caracteriza a los productos de Alfa Romeo.

El nuevo modelo se posiciona, con sus 4,5 metros de longitud, en el corazón de los SUV compactos. La clásica parrilla en forma triangular, las nuevas luces LED, el perfil afilado y una trasera compacta e iluminada conforman un conjunto realmente atractivo.

Pero lo más innovador está por dentro, y no nos referimos a la exquisita calidad de realización y los detalles del habitáculo, que ahí están, sino a las nuevas mecánicas híbridas que configuran la oferta del Tonale.

Llega la tecnología híbrida a Alfa Romeo

Así, por un lado, habrá dos opciones de hibridación ligera de gasolina, una con 130 caballos y otra con 160, pero con la particularidad de que el sistema eléctrico de 48 voltios que está asociado al motor gasolina de 1,5 litros ofrece 20 CV y es capaz de mover el coche, al menos en maniobras y a baja velocidad.

Además de estas mecánicas híbridas de etiqueta Eco, en el escalón superior, en su caso con etiqueta Cero, se posiciona una versión híbrida enchufable, cuya base es la misma que la del Jeep Compass 4xe. Esto es así porque Alfa Romeo se beneficia de las sinergias del Grupo Stellantis, de la que tanto la marca italiana como Jeep forman parte.

En el Alfa Romeo Tonale, el motor gasolina de 1,3 litros se combina con uno eléctrico de 44 kW (60 CV) colocado en el eje trasero, y juntos ofrecen una potencia de 275 caballos y tracción total Q4. Adicionalmente, gracias a una batería de 15,5 kWh de capacidad, la autonomía eléctrica es de 60 km, que se amplía a 80 si se hace un uso estrictamente urbano.

La oferta mecánica se completa con una versión diésel convencional de 1,6 litros y 130 caballos de potencia.

Tecnología punta

En otro orden de cosas, el Alfa Romeo Tonale también da un enorme paso adelante en digitalización, conectividad y ayudas a la conducción. Así, cuenta con un nuevo cuadro de instrumentos digital de 12,3 pulgadas y un sistema de infoentretenimiento de última generación con pantalla de 10,25”, el cual está plenamente integrado con el asistente Alexa de Amazon y se puede actualizar de manera inalámbrica.

Como exclusiva mundial, el Tonale es el primer coche del mercado equipado con un certificado digital NFT (token no fungible), una solución confidencial e inmodificable que deja constancia fidedigna de cómo ha sido el uso y mantenimiento durante todo el ciclo de vida del vehículo, lo que protege su valor residual en el mercado.

En cuanto a las ayudas a las conducción, el nuevo SUV de Alfa Romeo se sitúa en el nivel 2 de conducción autónoma gracias a la actuación del control de crucero adaptativo inteligente, el de centrado de carril y el sistema de ayuda en atascos, que ajustan automáticamente la velocidad y la trayectoria, manteniendo el coche en el centro del carril y a una cierta distancia del vehículo que va delante. Esto se añade a recursos como el frenado de emergencia autónomo, el detector de fatiga, la alerta de vehículos en los puntos ciegos o el control de tráfico cruzado en la parte trasera.

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Analizamos a fondo la versión diésel con etiqueta Eco del BMW Serie 4 Gran Coupé

A principios del otoño pasado, BMW puso a la venta la segunda generación de su Serie 4 Gran Coupé, una berlina de estilo clásico cuya línea se acerca a la de un coupé, como su propio nombre indica, para conformar una elegantísima carrocería. La nueva evolución gana en tamaño y prestancia, en este caso gracias a unos acertados cambios estéticos que lo convierten, en nuestra opinión, en uno de los modelos más atractivos del mercado.

A principios del otoño pasado, BMW puso a la venta la segunda generación de su Serie 4 Gran Coupé, una berlina de estilo clásico cuya línea se acerca a la de un coupé, como su propio nombre indica, para conformar una elegantísima carrocería.

La nueva evolución gana en tamaño y prestancia, en este caso gracias a unos acertados cambios estéticos que lo convierten, en nuestra opinión, en uno de los modelos más atractivos del mercado.

La impronta de BMW es plenamente visible, sobre todo gracias a los sobredimensionados “riñones” del frontal, ahora en formato vertical. Lástima que la placa de la matrícula tenga que estar ahí, porque rompe un poco la “magia” del diseño.

Al final de la prueba obtuvimos un consumo medio de 5,6 litros a los 100 km, cifra altamente interesante teniendo en cuenta también las buenas prestaciones del coche

El perfil, como hemos apuntado, es el rasgo que más lo caracteriza, con una leve y continuada inclinación posterior que lo diferencia de las más tradicionales formas del Serie 3. También destacan, cómo no, las salidas de aire laterales en forma de “branquia”, mientras que por detrás son las estilizadas ópticas y el gran portón los elementos protagonistas.

La silueta de este Serie 4 Gran Coupé 420d no compromete el espacio interior detrás, que es amplio gracias los 5,3 cm más de altura del coche y los 4,8 que crece en distancia entre ejes, pero sí tiene la ligera contrapartida de que las puertas traseras (sin marco, como las delanteras) son algo más pequeñas de lo habitual en una berlina.

En cuanto al maletero, el portón es de apertura automática y el volumen disponible llega a los 470 litros, 30 más que el Serie 4 Coupé y tan solo 10 menos que el Serie 3.

La unidad de prueba contaba con el acabado M Sport, que da mucho más carácter al conjunto y que se hace notar, por ejemplo, en las más generosas tomas de aire delanteras, en las llantas deportivas (de 18 pulgadas de serie, 19 opcionalmente), en los paragolpes y el discreto alerón trasero, así como las inserciones “M” que lo identifican.

Calidad que se palpa

En el habitáculo también hay detalles deportivos, con molduras en aluminio y elementos metálicos repartidos en diferentes puntos, que se entremezclan con acabados en piel que conforman un ambiente muy vistoso, de gran calidad.

Los asientos, también de diseño deportivo, recogen bien el cuerpo, y la tapicería de cuero de esta unidad aporta un plus de elegancia al interior. El volante, muy grueso, cuenta también con el emblema “M” y detrás de este encontramos un cuadro de instrumentos digital de 10,25 pulgadas que ofrece una completísima información al conductor.

A la derecha, en la misma línea visual, está la pantalla táctil multimedia con el sistema operativo 7.0 de BMW. Aunque tiene multitud de funciones (hay que dedicar tiempo para sacar el máximo jugo), la interfaz es intuitiva y la respuesta muy rápida, de modo que no se tarda demasiado en llegar a donde queremos. En el túnel central, junto a la pequeña palanca que gestiona el cambio automático, hay un mando giratorio y varios botones que sirven también para manejar el sistema de infoentretenimiento y para seleccionar los modos de conducción.

Y llegamos al apartado mecánico. En una época en la que los coches diésel han perdido popularidad, BMW apuesta por un bloque de cuatro cilindros y 2 litros de cubicaje que desarrolla 190 esplendorosos caballos, y lo completa con un sistema eléctrico de 48 voltios que ayuda al propulsor en diferentes momentos. Además, esta tecnología de hibridación ligera permite catalogar a este BMW con la etiqueta Eco de la DGT.

Hablamos de una mecánica que, además de cumplir con la normativa Euro 6 sobre emisiones, genera solo 126 gr/km de CO2, 24 menos que la versión 420i de gasolina, por ejemplo.

Al volante

Una de las cosas que más nos ha destacado de esta versión 420d es lo poco que se percibe el ruido del motor en el interior, incluso en frío. Grandísimo el trabajo realizado por BMW con la insonorización, porque desde fuera, sobre todo en parado, el rumor típico de los motores diésel está ahí.

En marcha notamos muchísima suavidad de funcionamiento en todas las condiciones, acompañado de un exquisito cambio automático de ocho velocidades que también se puede gestionar mediante las levas situadas en el volante. El motor tiene un par máximo de 400 Nm y el empuje se hace notar desde bajo régimen, pero es bastante elástico para ser un diésel.

Este modelo cuenta con tres modos de conducción principales: Eco Pro, Comfort y Sport, si bien tanto el primero como el último se pueden configurar en distintos apartados tanto para mejorar la eficiencia como para optimizar la dinámica.

El consumo homologado por BMW en el 420d es de 4,8 a 5,4 litros de gasóleo a los 100 km. Nosotros, con el modo Eco Pro activado, hemos podido rodar a ritmos constantes con 5,2 litros de gasto a los 100 km, indudablemente gracias a la intervención del sistema eléctrico en distintas fases.

Al final del test, con un 75% de uso en carretera y poniendo a prueba tanto el motor como los diferentes modos de conducción, obtuvimos un consumo medio de 5,6 litros a los 100 km, que nos parece altamente interesante teniendo en cuenta también las buenas prestaciones del coche. Si a esto le añadimos que el depósito de combustible es de 59 litros, es viable superar de largo los 1.000 km de autonomía.

En cuanto al comportamiento, el sabor deportivo de BMW está totalmente presente en este Serie 4 Gran Coupé, que recordemos es de tracción trasera, y la versión M Sport lo acrecienta con una dirección más directa, una suspensión firme y un comportamiento muy noble en general, sumamente confortable en autopista.

El precio… hasta donde se quiera llegar

El BMW Serie 4 Gran Coupé 420d es un coche premium y, para serlo, su precio de partida de 52.650 euros es interesante, pero tiene un equipamiento de serie que no va mucho más allá de lo esencial. La versión probada, M Sport, totalmente recomendable por lo que aporta en estética y dinámica, ya sube hasta los 55.248 euros y sigue en un nivel admisible, siempre teniendo en cuenta la categoría de la que estamos hablando.

Pero si recurrimos a los elementos opcionales, como es el caso de la unidad sometida a prueba, la cosa cambia bastante: el precioso color verde “Sanremo” tiene un sobreprecio de 1.214 euros; las llantas de 19 pulgadas, 1.124 euros; los asientos de cuero, 1.716 euros; el paquete Innovation (que incluye luces láser, cuadro digital Live Cockpit professional y un completo surtido de asistentes de conducción), 4.416 euros; y el techo solar practicable, 1.420 euros, todo lo cual incrementa la factura en casi 10.000 euros. En esto, claro, cada cual y cada presupuesto tiene su límite.

FICHA TÉCNICA

Motor: diésel.

Potencia (kW/CV): 140/190.

Cambio: automático, 8 velocidades.

Largo (mm): 4.783.

Ancho (mm): 1.852.

Alto (mm): 1.442.

Maletero (litros): 470.

Velocidad máxima (km/h): 235.

De 0 a 100 km/h (seg.): 7,3.

Consumo medio (l/100 km): 4,8.

Emisiones CO2 (gr/km): 126.

Precio (euros): desde 52.650 euros.

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Probamos el Volkswagen Golf 1.0 eTSI: mejor con etiqueta ECO

Cuando hablamos de coches nuevos, cuando hablamos de compactos, es casi imposible que no se nos aparezca en la cabeza la imagen de un Volkswagen Golf.

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Cuando hablamos de coches nuevos, cuando hablamos de compactos, es casi imposible que no se nos aparezca en la cabeza la imagen de un Volkswagen Golf. Tras más de 40 años en el mercado, el modelo alemán es uno de los decanos de su segmento, y hemos decidido probarlo en su versión 1.0 eTSI, variante que se convierte en el Volkswagen con etiqueta ECO más económico de la gama.

La octava generación del Volkswagen Golf se ha convertido, como todos sus antecesores, en objeto de mil miradas y análisis: el simple hecho de apellidarte Golf ya supone una presión añadida para este modelo, que debe responder a una serie de exigencias añadidas. Con una octava generación que ya lleva algo más de un año en el mercado, es el momento de convivir durante unos días con el compacto de referencia, con la vara de medir del resto del segmento. Por eso, me he llevado a casa un VW Golf con el motor 1.0 eTSI, lo que significa que es el VW con etiqueta ECO más barato del mercado gracias a su sistema de microhibridación.

No os voy a hablar de manera detallada de variables como el diseño, ya que hemos analizado en numerosas ocasiones el Golf. Puedes encontrar más información en los artículos de mis compañeros David Clavero, que fue el primero del equipo en ponerse a los mandos del nuevo Golf, y en la genial comparativa que mis compañeros Javi, David y Sergio realizaron enfrentando las variantes más cañeras de la gama, los Golf R y Golf GTI Clubsport.

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¿Qué Volkswagen Golf me he llevado a casa?

En esta ocasión me he propuesto analizar el VW Golf más económico si quieres un Golf con etiqueta ECO. Esto significa que estamos ante un Golf Life 1.0 eTSI de 110 CV con cambio automático DSG de 7 velocidades y sistema de microhibridación, un modelo que pretende aunar la comodidad y la finura de funcionamiento de un motor de gasolina con el máximo ahorro posible de carburante.

Vestido en color “Blanco Puro” (una opción con sobrecoste de 225€) y llantas de aleación “Ventura” de 17″ (650€ de sobrecoste), la apariencia de este Golf es el de un vehículo discreto, relativamente elegante y ciertamente poco llamativo en términos visuales. Busca, a mi juicio, ofrecer un buen compromiso entre pasar desapercibido y ofrecer una imagen que “pegue” en cualquier escenario sin desentonar.

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Sus 4.28 metros de largo suponen un valor intermedio en su segmento, y sus líneas, ya de sobra conocidas, resultan continuistas, especialmente en la vista lateral y en la vista posterior. Es cierto que el frontal me resulta más llamativo, especialmente en el caso de contar con la banda iluminada que recorre el frontal de lado a lado uniéndose a los grupos ópticos, que no es el caso de la unidad que he tenido en mis manos.

El interior del VW Golf

Es la primera vez que puedo juzgar el habitáculo del Volkswagen Golf tras haberlo tenido varios días en mis manos. El Golf siempre ha ofrecido una buena calidad interior, especialmente en el terreno de la calidad percibida, con una buena nota en apartados como revestimientos, tapicerías o molduras decorativas.

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En el nuevo Golf me he encontrado con una situación agridulce, causada especialmente por un diseño que visualmente me parece atractivo, pero que no cuenta con la calidad de construcción que se espera -al menos yo- de un Volkswagen Golf. Así, me encuentro con un diseño moderno, hasta cierto punto futurista, y con materiales acolchados en la parte superior de puertas (delanteras) y salpicadero.

Lamentablemente, tengo que lidiar con materiales duros en la parte media y baja del salpicadero, en el resto de las puertas delanteras y en la totalidad de las puertas posteriores a excepción de unos reposabrazos forrados en tela. La moldura decorativa que recorre el salpicadero a lo ancho es agradable a la vista, pero cruje si la aprieto, algo similar a lo que ocurre con el enorme marco terminado en negro piano que rodea a las pantallas de instrumentación e infoentretenimiento, que además sirve también para acoger un mando, el de la iluminación, del que ya se ha hablado largo y tendido y que a mi personalmente me sigue pareciendo un gran error a nivel ergonómico.

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Tengo la sensación de que se ha cometido un error también con la decisión de “enviar” todos los controles de la climatización a la pantalla a excepción de la temperatura, que puede manejarse a través de una superficie táctil a los pies de la pantalla que, eso sí, no cuenta con respuesta háptica ni tampoco con retroiluminación, lo que la hace especialmente incómoda de utilizar por la noche.

Entendedme, no es que estos elementos (el mando de iluminación y el control de la climatización) funcionen mal tal y como los ha diseñado Volkswagen, es simplemente que antes eran más sencillos, seguros y rápidos de manejar…y yo a este tipo de decisiones me niego a llamarlas progreso.

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Por otro lado, me agrada la iluminación ambiente instalada: no es especialmente llamativa ni brillante, pero sí sirve para crear un ambiente relajado y tecnológico en el habitáculo, especialmente por la noche. Punto positivo para Volkswagen en este apartado. Punto positivo también en la habitabilidad: el Golf sigue siendo un coche más que apto para largos desplazamientos tanto en los asientos delanteros como en los posteriores, amén de contar con un maletero que en estas versiones térmicas alcanza los 380 litros.

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Hora de arrancar el VW Golf 1.0 eTSI

Si quieres ya no un Golf, sino un Vokswagen con etiqueta ECO, el escalón de entrada lo representa este VW Golf 1.0 eTSI. Bajo el capó (sujetado por varilla en lugar de por un amortiguador) nos encontramos el ya conocido bloque 1.0 TSI con 3 cilindros y 110 CV al que se le ha añadido una pequeña máquina eléctrica que hace las veces de alternador y motor de arranque (aunque existe un motor de arranque tradicional para los arranques en frío) alimentado por una pequeña batería de apenas 0.3 kW de capacidad. La tensión de funcionamiento del sistema eléctrico es de 48 voltios, y es capaz de proporcionar electricidad a todos los elementos de abordo, así como de ofrecer un pequeño extra de potencia al motor en caso de necesitarlo.

La única caja de cambios disponible para esta versión eTSI es una automática DSG de 7 velocidades con capacidad de funcionamiento a vela, aunque en esta variante mild-hybrid el funcionamiento a vela supone también apagar completamente el motor de combustión.

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En la práctica me encuentro con un coche en el que de verdad veo sentido al sistema mild-hybrid: el conjunto es suave, está bien aislado y, pese a que sus prestaciones no son demenciales (acelera de 0 a 100 km/h en algo más de 10 segundos y alcanza una velocidad punta de 202 km/h) el funcionamiento del sistema eléctrico es impecable.

De esta manera, los apagados y encendidos del motor son imperceptibles, permitiendo que el vehículo circule mucho tiempo con el motor apagado y reduciendo así los consumos y emisiones finales. En la práctica, he logrado un consumo de 6 litros con todo tipo de uso y sin preocuparme lo más mínimo por bajar los consumos, lo que a mi juicio supone una muy buena cifra para un compacto de gasolina.

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Por otro lado, el Golf se muestra estable y aplomado en cualquier situación, incluso en carreteras de curvas, donde sale a la luz un buen ajuste de la suspensión aunque, eso sí, resulta blanda y poco comunicativa -lo mismo que pasa con la dirección- en caso de exigirle más al coche en una situación de conducción rápida. Es evidente, por otro lado, que el bastidor está muy por encima de la potencia del coche, algo lógico si tenemos en cuenta que estamos hablando de un chasis en el que se instalan potencias superiores a los 300 CV.

¿Cuánto cuesta un VW Golf con etiqueta ECO?

“Aquí viene donde la matan”, como suelen decir en mi región. El Golf con motorización 1.0 eTSI y acabado Life tiene un precio de salida de 31.170€, al que, en caso de la unidad probada, hay que añadir los 225€ del color Blanco Puro, así como los 650€ de las ya mencionadas llantas de aleación Ventura de 17″, el pack “Hola Tecnología” por 915€  y el pack “Discover Media” por 600€ para totalizar 33.530€.

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¿Es mucho o es poco? Eso depende de cada usuario y de las necesidades que tenga en el momento de la compra. Si alguien está buscando un coche con un equipamiento completo, una buena “herramienta” para ir de un punto A a un punto B y no quiere complicaciones ni está buscando prestaciones estratosféricas, es más que posible que encuentre en este VW Golf 1.0 eTSI un gran aliado.

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