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La caída acechaba amenazante. El Mitsubishi Montero se mantenía en un equilibrio inestable en el vértice de la duna, mientras yo contenía la respiración temiendo que, en cualquier instante, pudiera acabar en el fondo de ese mar de arena de Merzouga. Nunca había experimentado semejante sensación y la inseguridad ante lo que pudiera ocurrir me atenazaba; por suerte, como en cada ocasión en que los necesité, mis compañeros de equipo estaban allí y con su ayuda salvamos el compromiso, el coche descendió suavemente marcha atrás hasta recuperar la compostura. Y yo pude resoplar aliviado…

Son situaciones que se suceden en la Explorers Aventura, la prueba de orientación en la que he tenido la oportunidad de participar, como ya os adelanté antes de su disputa en este mismo espacio, gracias al ofrecimiento de Mitsubishi España para formar parte de su equipo de dos Montero junto a otros tres periodistas: Carlos Hernández (Fórmula TodoTerreno), Vicente Cano (AutoBild) y Javier de la Calzada, el director de comunicación del importador para el mercado nacional de la marca japonesa. Cinco intensas jornadas por el sur de Marruecos (más otras cuatro para los desplazamientos entre ida y vuelta) que han sido todo menos un paseo de domingueros.

Quizá ésa es la primera conclusión que he sacado de una experiencia única: la Explorers Aventura no puede considerarse accesible para simples aficionados al todoterreno, sin experiencia previa en este tipo de pruebas, carentes de un nivel mínimo de conducción y a los mandos de un vehículo con cierta preparación. Enfrentarse desde el desconocimiento a semejante desafío puede transformar el disfrute en suplicio. Por supuesto que no estamos hablando de correr Dakar… pero tampoco de un rutilla dominical para comernos la tortilla al borde de un camino en la sierra. El reto exige conocimientos de navegación, habilidad para superar terrenos abruptos y resistencia para soportar largas jornadas de conducción que van más allá, una tras otras, de las diez horas al volante.

La propuesta de los organizadores son cinco días tan intensos como inolvidables. Cerca de 1.500 kilómetros de desierto en las proximidades de Erfouz, Ouarzazate, Zagora o Merzogua. Pistas rápidas que dan paso a pedregales de ríos secos, cordones de dunas, grietas, arena y polvo, caminos angostos, mucho polvo… La inmensidad de esta región de Marruecos es abrumadora, un espectáculo para los sentidos que servía como escenario para que los participantes, unos con más éxito que otro, pudieran demostrar que era capaces de alcanzar las coordenadas remotas que acumulaban puntos en cada etapa.

El Mitsubishi Press Team, pienso, estaba sobradamente cualificado en cuanto a pilotaje por nuestra actividad profesional; no tanto, sin embargo, en navegación ya que tres de nosotros teníamos poca experiencia al respecto y tampoco nuestros medios tecnológicos eran los más adecuados. Pese a todo nos propusimos, claro está, hacer cuanto estuviera a nuestro alcance por evitar lo que se presentaba como una actuación próxima al desastre… ¡y lo conseguimos! Con más voluntad que conocimientos nos situamos con regularidad en la parte media de la clasificación y, de remate, nos impusimos sorprendentemente en el Trofeo Explora, en el que no primaba tanto la navegación asistida por instrumentación (los puntos a alcanzar carecían de coordenadas) y sí más la intuición, la investigación y el contacto con todos aquéllos que nos pudieran ayudar a llegar a nuestro destino.

Y aunque suene a tópico, porque lo es, lo de menos ha sido nuestro rendimiento en una actividad tan exigente y desconocida. Lo que todos nos llevamos, nosotros y el resto de los participantes me atrevería a afirmar, es una vivencia extraordinaria y que sólo se puede obtener en una prueba de estas características. Diría que, con esos condicionantes previos que señalaba antes, la Explorers Aventura es una forma inmejorable de descubrir o ahondar en un país tan fascinante como Marruecos, lejos de los circuitos turísticos típicos y con una relación muy directa con sus gentes, difícilmente posible de otro modo. Todo ello es una recompensa valiosa para el esfuerzo innegable que supone seguir el ritmo de la competición, no son éstas desde luego unas vacaciones al uso o aconsejables para quien busque más un descanso físico que mental.

Una mención especial merecen los Mitsubishi Montero de carrocería larga con los que emprendimos la aventura. Dos unidades de estricta serie (tan sólo en su interior se habían desmontado los asientos posteriores para incrementar la capacidad de carga, incluyendo una segunda rueda de repuesto) que se han comportado de un modo excepcional. Ni una sola avería, ni una sola queja, ni siquiera un simple pinchazo; han superado zonas realmente complejas con un rendimiento comparable al de otros coches mucho más preparados, exhibiendo las cualidades de su sofisticado sistema de tracción integral, con reductoras y diferenciales bloqueables, en situaciones realmente comprometidas. Es cierto que con algunos detalles mejorados hubiéramos podido rodar algo más rápido en momentos puntuales, pero dejando al margen esta prudencia por conservar las mecánicas nada que objetar al comportamiento y fiabilidad de uno de los poco todoterreno genuinos que sobreviven en un mercado dominado por los descafeinados todocamino.  

En definitiva, sólo puedo decir que la experiencia de la Explorers Aventura ha resultado sensacional, inolvidable y enriquecedora en todos los sentidos. Sólo lamento que la precariedad de las comunicaciones me haya impedido trasladar día a día cómo evolucionaba la prueba, creo que muchos detalles que ahora se quedan al margen (tampoco se trata de aburriros) hubieran merecido la pena ser contados. Si os gusta el todoterreno os recomendaría encarecidamente vivir algo similar porque con cierta experiencia en la conducción fuera del asfalto, unos conocimientos mínimos de navegación, un coche tan solvente como nuestro Mitsubishi y muchas ganas de disfrutar pasaréis unos días que recordaréis para siempre. Yo empiezo a pensar ya en 2015. ¿En moto esta vez? Quizá…

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