Camioneros sobre hielo, un trabajo de riesgo y altos sueldos

VÍCTOR LÓPEZ / GUILLE LLOPIS El transporte de mercancías sobre hielo sólo puede realizarse entre febrero y abril, periodo en el que los conductores ganan el sueldo de un año. Las temperaturas extremas permiten trazar carreteras sobre el hielo con la superficie de una autopista de ocho carriles.

Camiones sobre hielo

Situaciones límite al volante: tormentas de nieve, hielo que se quiebra bajo las ruedas conforme se conduce, aislamiento… Pero con salarios que, en dos meses, cubren los ingresos de un año de cualquier trabajador del sector. Los conductores de camiones sobre hielo se arriesgan a sufrir hipotermias, a que su corazón se detenga por culpa del frío o a que la dureza del entorno haga mella en su salud, pero la recompensa por ello puede alcanzar los 250.000 dólares por temporadas de trabajo que no llegan a los tres meses. Es, según America Online, “el trabajo más aterrador del mundo”.

Las temperaturas extremas a las que se enfrentan en muchas partes del mundo durante el invierno obligan a pergeñar soluciones que permitan mantener la actividad de distintos sectores y no bloquear su funcionamiento rutinario obligados por el frío. Estas estaciones, en lugares donde la nieve es un elemento más del día a día durante meses, permiten incluso aprovechar oportunidades que en otros momentos del año no dan esa opción.

En sitios como Canadá, Estonia, Escandinavia, Rusia o el norte de China, grandes lagos se congelan durante todo el invierno, lo que da pie a trazar auténticas autopistas por las que pesados camiones pueden circular, no sin problemas, para transportar mercancías por lugares que, habitualmente, no están preparados para estas prácticas. A partir de noviembre comienzan a prepararse las carreteras, que suelen estar operativas de febrero a abril.

Estas vías están compuestas, básicamente, por agua congelada. Hasta un 87% de su trazado se compone de este material de temporada; cuando los lagos comienzan a helarse por la bajada de las temperaturas en mitad del otoño, los encargados de preparar estos caminos quitan de la superficie la nieve, lo que ayuda a endurecer el hielo todavía más y aumentar así el grosor de la capa helada por la que circularán los vehículos.

Gráfico con la información sobre los camiones y los caminos helados que atraviesan durante el invierno

La longitud de estas carreteras varía cada año en función de la crudeza del invierno. Los lagos helados de Canadá llegan a ser atravesados por una vía de hasta 600 kilómetros, que circula desde Yellowknife (en los Territorios del Noroeste del país) hasta prácticamente el Círculo Polar Ártico (donde se encuentran las minas de diamantes), y cuya superficie en algunos tramos equivale a autopistas de ocho carriles.

El transporte de mercancías a través del hielo puede llegar a ser hasta seis veces más barato que el aéreo. Desgraciadamente para muchos transportistas, la climatología sólo permite este ahorro de costes durante entre dos y tres meses al año, ya que a partir de abril comienza el deshielo y lo habitual vuelve a ser el transporte en avión o ferrocarril.

Con la mayoría de los suministros cortados, atravesar los lagos y ríos helados sobre ruedas sirve para hacer llegar combustible, comida o medicamentos a las zonas que el frío vuelve inaccesibles. Pero, además, los camioneros transportan bienes valiosos como oro, cobre o diamantes desde las minas en que son extraídos, situadas en muchas ocasiones en las zonas anegadas por el hielo.

Los camiones, por la composición de la propia carretera, no pueden circular a grandes velocidades. El peso puede quebrar los bloques de hielo, por lo que un vehículo de mercancías cargado no debe sobrepasar los 25 km/h, y un camión vacío podrá circular hasta 60 km/h. Pero, paradójicamente, tampoco pueden detenerse. La capa de hielo no tiene el grosor suficiente, ni siquiera en los momentos más fríos del invierno, para soportar un camión cargado detenido. Testimonios de conductores recogidos por el portal Truck Drivers aseguran haber escuchado el hielo romperse bajo sus camiones mientras circulaban, y algunas entrevistas concedidas por camioneros muestran la dificultad de mantener bajo control un vehículo tan pesado en condiciones tan extremas.

En el siguiente vídeo se registra un momento en el que una conductora tiene que pasar con su camión por encima del hielo, cuando éste está quebrado:

Camioneros bien pagados

El libro “Ice Road Trucker Job Guide” explica cómo prepararse para optar a uno de estos puestos. Según sus creadores, un conductor de camiones sobre el hielo puede ganar 40.000 dólares por temporada (hasta 80.000 según otras fuentes y llegan, los más expertos, a 250.000 dólares según AOL Careers) de trabajo en Canadá, lo que equivale al sueldo “de un año” en el sector. El libro muestra toda la información necesaria, desde los países cuyos residentes pueden solicitar un visado de trabajo al Gobierno canadiense hasta las rutas, la formación necesaria o los datos más relevantes de las rutas.

Los conductores, durante las jornadas de trabajo, exponen su cuerpo a situaciones que pueden llevarlo al límite. El frío, además de aumentar un 20% el riesgo de infarto (por cada grado menos, aumenta un 2% el peligro de sufrir un ataque al corazón), puede provocarles hipotermia o una parada cardiaca. El cuerpo humano está preparado para cumplir todas sus funciones a una temperatura interior de entre 36 y 37 grados. Por debajo de ese nivel, el cuerpo tirita para producir calor pero, una vez se está por debajo de 32 grados, el cuerpo deja de temblar. Puede comenzar a partir de ese momento lo que se conoce como “muerte dulce”: una falsa sensación de alegría y tranquilidad que se detiene cuando el cuerpo está a alrededor de 25 grados, temperatura a la que se produce la parada cardiaca en el momento en el que el cuerpo ha perdido más calor del que es capaz de generar.

Atraviesan zonas sin cobertura telefónica, tormentas de nieve y situaciones de alto estrés que provocan que hasta el 70% de los conductores sólo ocupen su puesto una temporada, pese a los altos salarios. Incluso los camiones deben prepararse para la temporada, con cabinas aisladas, sistemas para que el motor se caliente, teléfonos por satélite y elementos de primeros auxilios: hasta 10.000 dólares puede costar adaptar el vehículo para circular a través del hielo. Además, los conductores tienen que llevar con ellos víveres para subsistir en caso de quedar atrapados por la ventisca y protecciones especiales contra el frío.

Estos peculiares empleos temporales, con toda una historia detrás, han sido incluso el objeto central de una serie televisiva en la cadena norteamericana History. La serie, llamada “Ice Road Truckers”, cuenta las vivencias de una serie de camioneros y los problemas a los que se enfrentan en su camino a través de la tundra canadiense, las artes de supervivencia y las tormentas y avalanchas que les dificultan el trabajo.

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La gran APR de Centro se retrasa y entrará en funcionamiento en enero de 2018

F.P. Lo ha avanzado el delegado de Desarrollo Urbano Sostenible, José Manuel Calvo. Los vecinos están molestos por el incumplimiento de los plazos prometidos: “Hubo un compromiso para que todo estuviese listo para 2017”

Calle Hortaleza

El gran Área de Prioridad Residencial (APR) que permitirá limitar el tráfico privado en el distrito Centro (excepto para vecinos), donde residen 131.000 personas, entrará en funcionamiento en enero de 2018, según ha avanzado el delegado de Desarrollo Urbano Sostenible del Ayuntamiento de Madrid, José Manuel Calvo, en una entrevista concedida a Europa Press. Esta nueva fecha supone incumplir la promesa del Gobierno de Manuela Carmena (Ahora Madrid) con los vecinos, ya que el compromiso era que estuviese operativa a principios de 2017.

“Estamos un poco molestos. Hubo un compromiso para que todo estuviese listo para 2017. Esto supone una novedad, porque no nos lo habían comunicado”, señalado a 20minutos  Jordi Gordom, presidente de la asociación ciudadana del barrio de Universidad y portavoz de la coordinadora de asociaciones de vecinos del centro.

En este mismo sentido, se ha expresado Saturnino Vera, presidente de la asociación de Las Cavas y Costanillas, que asegura que desde el Ayuntamiento le dijeron en principio que la zona de La Latina (barrio de Palacio) sería APR o en junio o en septiembre de este mismo año y luego lo retrasaron a 2017. “Me lo comentó el propio José Manuel Calvo, que en junio o septiembre habría APR en La Latina. No tenía sentido dejarnos aislados entre las APR de Ópera y Embajadores”, explica Vera, que desvela que los vecinos están “muy cabreados”: “Yo ya no me creo ni que todo esté listo en 2018. Así no van a cumplir con el Plan de Calidad del Aire ni con los requisitos marcados por la Unión Europea en cuanto a niveles de contaminación”, apostilla.

Calvo, por su parte, ha dicho en la entrevista que se convocó una reunión con todos los actores implicados para poner en común los trabajos y estudios realizados. De ese encuentro salió un horizonte fijado, “diciembre de 2017 para tenerlo todo preparado” con la idea de que “pueda empezar en enero de 2018”. “Es el calendario que manejamos con la voluntad absoluta de cumplirlo”, ha destacado. “En esa reunión no estuvimos los vecinos. A nosotros, Paz Valiente (directora General de Sostenibilidad y control medioambiental del Ayuntamiento ) nos dijo tres días antes de ese encuentro que todo estaría listo en el tercer trimestre de 2017″, precisa Saturnino Vera.

El delegado de Desarrollo Urbano Sostenible ha avanzado que la gran APR de Centro podría ser “una o dos”, en función de si se parte por Gran Vía. En caso de dividir el distrito Centro en dos partes, la idea del Ayuntamiento es que la Gran Vía actuase como frontera entre dos nuevas zonas de limitación al tráfico: una norte, que comprendería los barrios de Justicia y Universidad, y otra sur, en la que estarían agrupadas las APR existentes (Cortes, Embajadores, Las Letras y Ópera) y los barrios de Sol y Palacio.

Por su parte, la APR de Centro de una sola zona comprendería los seis barrios del distrito y quedaría demilitada por las calles Conde Duque, Alberto Aguilera, Carranza, Sagasta, Génova, Paseo de Recoletos, Paseo del Prado, Ronda de Atocha, Ronda de Valencia, Ronda de Toledo, Gran Vía de San Francisco, Bailén y Plaza de España.

Las restricciones al tráfico, por contra, no han sido tradicionalmente bien recibidas por los comerciantes. Desde la Confederación de Comercio Especializado de Madrid (COCEM) ya han calificado de “inapropiado” que todos los barrios del Centro puedan ser declarados zona APR: “Es una medida que no beneficiará al comercio del Centro. En el barrio de Las Letras, por ejemplo, los comerciantes no están nada contentos“. Continue reading “La gran APR de Centro se retrasa y entrará en funcionamiento en enero de 2018”