Tres aspectos a destacar del Toyota bZ4x eléctrico y dos que no

Una marca como la nipona no podía escapar a la llamada que los modelos cero emisiones está haciendo a los usuarios.

Una marca como la nipona no podía escapar a la llamada que los modelos cero emisiones está haciendo a los usuarios. En la actualidad, la oferta de eléctricos es abrumadora y eso que la demanda ni mucho menos está alcanzando las previsiones deseadas especialmente en España.

Tras el liderazgo que durante muchos años ha ejercido en el segmento de los híbridos, con el Prius como modelo estrella, ahora pretenden hacer lo propio con los cien por cien eléctricos.

Han llegado un poco tarde, pero han llegado, y lo hacen con el bZ4X (una denominación comercial la verdad nada atractiva) un SUV de 4,69 metros de longitud que se ofrece en dos niveles de potencia (204 y 218 CV) con unas autonomías declaradas de más de 400 kilómetros que, como suele ser habitual en este tipo de configuraciones, distan bastante de la realidad.

Style Plus AWD

Para la ocasión hemos tenido la oportunidad de probar la variante provista de dos motores, tracción total y el acabado más completo Style Plus AWD. Estéticamente este SUV es bastante diferente a los diseños a los que nos tiene acostumbrados Toyota, excepción hecha del C-HR que para nuestro gusto es el más personal y atractivo, y ofrece una imagen bastante compacta, sin estridencias.

Metro en mano, el habitáculo (gracias sobremanera a su generosa distancia entre ejes de 2,85 metros) ofrece un espacio realmente brillante incluso en las plazas posteriores donde tres adultos pueden encontrar un buen acomodo y estirar las piernas a su antojo.

La calidad de realización, por su parte, no admite peros. Los materiales ofrecen un cuidado aspecto y los ajustes son impecables. Como no podía ser de otra forma, la pantalla central de 12 pulgadas que monta es la protagonista de nuestra particular visita al interior. Grande y aparente, la pena es que no es muy intuitiva, utiliza un software poco práctico, y muchas funciones exigen dedicar más tiempo del que sería el apropiado.

Otro hándicap del modelo japonés es la posición al volante, poco operativa para visualizar correctamente la pantalla digital de 7 pulgadas correspondiente al tablero de instrumentos. Para la gran mayoría de las tallas, ni colocando el volante en su posición más baja se puede ver la instrumentación en toda su extensión.

Otro detalle a corregir sería el mando situado en el volante que controla los distintos asistentes de seguridad (los famosos ADAS) y que muestra un complicado manejo que puede llegar a distraernos.

Consumo energético alto

Como ya comentábamos al principio hemos conducido la variante de 218 CV (con dos motores eléctricos) que como la de acceso utiliza la misma batería de 71,4 kWh de capacidad.

En la práctica, nos encontramos con un coche más confortable de conducir que rápido. Eso sí, las aceleraciones desde parado son poderosas, pero en su conjunto nunca nos vamos a impresionar por sus cualidades en este apartado si lo comparamos con sus rivales.

Destacaríamos, sin embargo, la función X-Mode que monta este versión, con varios programas, para desenvolvernos con más soltura si decidimos hacer un recorrido “fuera carretera”.

En cuanto a los consumos, tenemos que decir que nos esperábamos unos datos más competitivos sobre todo para el comedido nivel de potencia disponible.

En un recorrido mixto, como el que llevamos a cabo y en el que no incluimos trazados urbanos, el resultado conseguido fue de 24 kWh/100 km que no es ninguna proeza y eso que practicamos una conducción de lo más cautelosa. El consumo de energía en ciudad ya es otra cosa, sobre todo gracias a la ayuda del “One Pedal” disponible.

De las cuatro versiones disponibles, el Style Plus AWD de esta prueba es el tope de gama y lo hace con un precio de salida de 55.600 euros (48.600 euros en el caso de la versión de acceso) cantidad que no defrauda, aunque sí que es más elevada que la de la mayoría de sus rivales.


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