El verdor de los campos, contrastando con el amarillo de los cultivos ya agostados. El azul del cielo. Los riscos que recortan el horizonte. El asfalto de la carretera. El sonido del motor. Una curva tras otra. La mejor de las compañÃas. Hay dÃas en los que todo parece salir bien en moto, de esos en los que cada instante tiene sentido por sà mismo, y hoy ha sido uno de ellos para mÃ. Rodando entre Marbella y Sevilla me preguntaba si la felicidad es algo parecido a la suma de esas sensaciones, porque lo cierto es que durante unas horas mi estado de ánimo se podÃa resumir en la sonrisa tonta que se dibujaba debajo del casco… Lástima que hayan sido sólo doscientos kilómetros, porque en tales circunstancias habrÃa hecho otros mil más.
Ni uno de autovÃa desde que dejamos atrás el glamour de Marbella acompañados de mis buenos amigos Gon y Lola. Han hecho el esfuerzo de buscar un rato libre en una jornada laborable para rodar conmigo rumbo a Ronda, él con su rojita Street Glide y ella con una V-Rod que tampoco deja indiferente. Supongo que la mayorÃa conoceréis un tramo clásico como éste, pero si no es asà os no podéis dejar de hacerlo a la primera oportunidad. Son casi cincuenta kilómetros de curvas enlazadas, de radio muy constante y bastante rápidas, con un asfalto cuidado y unas estupendas vistas a la salida de cada una de ellas. Una invitación a disfrutar cada segundo que culmina con la llegada a una localidad tan emblemática como Ronda.
Ya en solitario he continuado hacia la sierra de Grazalema, otro espectáculo para los sentidos. Carretera estrecha y revirada para atravesar unos parajes de extraordinaria belleza, con apenas tráfico y salpicada de cuando en cuando con uno de los famosos pueblos blancos, en este caso pertenecientes a la provincia de Cádiz. El trazado es también divertido y exigente con la conducción, más que por su dificultad porque llega a resultar complicado combinar la atención a los mandos con el reclamo constante del paisaje, una naturaleza armónica y serena que me lleva a pensar, una vez tras otra, en el encanto sin par de este paÃs. Y como guinda para el pastel, temperatura casi ideal para rodar en moto, se circula a cierta altitud y sólo al detenerme caÃa en la cuenta de que estábamos estrenando ya el caluroso mes de julio.