Muchos defienden que los moteros nacen mientras otros aseguran que se hacen con el tiempo, pero sea genética o aprendizaje, hay una cosa que no vienen innata en nosotros: aprender a hablar desde dentro del caso.
¿Hay algo más difÃcil que hablar entre nosotros con el casco puesto?
Conversaciones con la moto de al lado…
Parados en un semáforo, nos levantamos la visera y alzando la voz hasta el volumen que a nosotros mismos nos parece molesto dirigimos unas palabras al compañero/a de al lado.
¿Nos oye? Si somos lo bastante gritones, articulamos bien las palabras y nuestro interlocutor es un motero/a con amplia experiencia en el asunto de hablar con el casco, posiblemente se entere de lo que le acabamos de decir.
Pero si estamos medio sordos por el sonido constante de nuestra moto y somos poco avispados en el arte de interpretar palabras y frases cuando no las oÃmos bien, posiblemente asintamos con la cabeza y mostremos una sonrisa (con los ojos claro está) para darle a entender a nuestro compañero un… “sÃ, sÃ, jejejeâ€, o lo que vendrÃa a ser lo mismo un… “¿Qué dices? anda cállate que no me entero de nadaâ€.
Más divertidas son las conversaciones en marcha, que por supuesto están terminantemente prohibidas, pero… ¿quién no ha visto alguna vez a dos moteros/as hablando en marcha estando cada uno en un carril? En este caso, hay que añadir obligatoriamente gestos con una mano (mientras la otra sujeta el manillar). Pero aún y asÃ, no se suele entender nada que no sean los signos básicos con los que nos indicamos un… pasa, o paso, o vamos, o nos desviamos o acabo de entrar en reserva y vamos a la gasolinera.
Conversaciones entre conductor y pasajero…
Del mismo modo que pasa entre dos motos, cuando uno intenta hablar con su pasajero o con el piloto piensa que solo alzando la voz hará que le oiga y le entienda a la perfección ¿Por qué no? ¡Si yo me oigo!
Pese a que ambos estén más juntos que cuando las conversaciones son entre moto y moto, sigue siendo algo enormemente difÃcil y además, hay que añadir que los intentos de conversación suelen ir acompañados de odiosos golpecitos entre los cascos por acercarse más a escuchar lo que nos intentan decir.
Solución…
No hablemos nada que no sea indicación de un movimiento que vayamos a hacer o de una necesidad básica como pararnos en la siguiente gasolinera que con un gesto lo arreglamos. Todo lo demás es absurdo, no sirve, no nos enteramos y nos despista totalmente de la conducción.
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