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Los cinco pecados capitales del conductor español

La actualización de mi blog se ha retrasado más de lo deseable porque he disfrutado de unos días de vacaciones después de un largo verano de trabajo. Ha sido así como he viajado por las carreteras españolas recorriendo varios miles de kilómetros, tanto en coche como en moto. Sin tantas prisas y, en consecuencia, con más tiempo para poner especial atención en cuanto se desarrolla en el asfalto he podido refrendar que seguimos arrastrando muchos vicios al volante que parecen enquistado en el automovilista español. Puede que a algunos les parezca un asunto insignificante o intranscendental, pero personalmente lo considero un grave problema de seguridad vial y una permanente fuente de irritación para quienes padecemos tales hábitos. Estos son, en mi opinión, los cinco pecados capitales (aunque sin duda hay muchos más) del conductor español:

Carril

Vivir en el carril izquierdo. Sí, en España, a diferencia de algunos países anglosajones, se circula por la derecha. Y cuando se trata de una vía de más de un carril sigue siendo así, por si alguno no lo sabe… Porque son muchos los que mantienen la fea y molesta costumbre de ocupar el lado izquierdo de autovías y autopistas, con independencia de que el resto de los carriles se encuentren completamente libres y de que su velocidad no sea la adecuada para ello. Ralentizan así el tráfico, crean situaciones peligrosas e incluso obligan a los conductores más atrevidos a la maniobra ilegal de tener que adelantar por la derecha. Y ellos, por supuesto, a lo suyo…

Inter

El intermitente es un adorno. Pues no, esas lucecitas que se encienden y se apagan no son adornos navideños. Tienen una misión muy importante, que no es otra que indicar al resto de los ocupantes de la calzada nuestras intenciones antes de realizar una maniobra. Pero parece que cada vez que tenemos que poner un intermitente nos cobran o que debamos realizar una operación propia del manejo de un avión comercial, no tan sólo mover un dedo. Cambiamos de carril, giramos a uno u otro lado o incluso nos detenemos en medio de la calle sin utilizar este artilugio tan básico y que tanto puede ayudar a los demás. Una costumbre, me temo, cada vez más extendida, bajo esa premisa ridícula de que si todo el mundo es ajeno a este compromiso, ¿por qué lo voy a hacer yo correctamente?

Rotonda

El insondable misterio de la rotonda. Hace más de veinticinco años, cuando comencé a viajar por todo el mundo a las carreras del Mundial de motos, encontrarme ante una rotonda era una experiencia exótica para mí, casi un desafío que reclamaba la máxima atención. Sin embargo, en pocos años este sistema de distribución del tráfico ha proliferado en nuestro país como las setas, así que ya deberíamos haber aprendido un poquito cómo funciona la cosa… Otra asignatura pendiente para muchos, incapaces no ya sólo de conocer las normas de tráfico al respecto sino incluso de aplicar la mínima lógica en la maniobra. Entran sin respetar las preferencias, cambian de carril (en caso de haber más de uno) cuando les apetece e ignoran la obligada indicación luminosa para abandonarla. En definitiva, un caos que debemos afrontar cruzando los dedos para que alguno no venga por donde no toca.

Distancia

El conductor imán. Otro espécimen que puebla nuestras carreteras y que todos conocemos es el conductor imán, ése que parece sentirse atraído con una fuerza invisible pero poderosa por el coche que le precede. Es así que circula sin mantener una mínima distancia de seguridad, como disfrutando de los sobresaltos que pueda provocar el tráfico y creando con ello constantemente situaciones de peligro. Por supuesto que para estos automovilistas conceptos como visibilidad, anticipación o distancia de frenada son tan abstractos y desconocidos como la física cuántica. Un vicio nefasto que me irrita especialmente cuando ruedo en moto, por el riesgo añadido para mi integridad que obviamente acarrea una posible detención de emergencia o cualquier otro imprevisto en la circulación.

Respeto

El respeto como entelequia. He dejado para el final el punto más importante de este repaso a los pecados capitales de los conductores españoles (como siempre no quiero aburrir a nadie). Y es así porque en realidad es el que aglutina quizá al resto, los resume o los justifica, elíjase lo que se prefiera: la patente falta de respecto por los demás. El coche es mi pequeño universo, aquí mando yo y no mi jefe o mi mujer, soy el amo de la carretera y a los demás… que les zurzan. Lamentable pero cierto en el caso de todos aquéllos que van exclusivamente a lo suyo, ignoran lo mucho que hay en juego cuando un vehículo se desplaza a alta velocidad y las tremendas consecuencias que puede tener su irresponsable actitud. Ya siento decir esto, pero la educación vial sigue siendo una de las grandes carencias de este país, quizá porque se ha apostado más por la represión sancionadora que por la formación y la concienciación ciudadana. Y nunca ha creído en aquello de que la letra con sangre entra…


gas: retrovisor

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