Para ser honesto desde esta primera lÃnea, no puedo definirme como un apasionado de los vehÃculos eléctricos, sean del tipo que sean (supongo que como carrito de golf sà serán prácticos, pero no tengo ésta entre mis aficiones). Será porque he crecido entre motores humeantes de dos tiempos, quizá porque me embriaga el sonido de un buen propulsor de combustión o sencillamente porque me hago mayor y con ello nostálgico, todo esto de la electrificación del mundo del motor me chirrÃa bastante (de hecho, todavÃa sigo digiriendo que Harley-Davidson tenga tan avanzado su proyecto de una moto a pilas). Dicho lo cual, entiendo también que se trata de un fenómeno imparable e inevitable, asà que he tomado la decisión de ir acostumbrándome poco a poco a que esto es lo que hay… mal que me pese en determinadas ocasiones